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Author: Quim Pujol
Source: Tea-tron
Date: January 13, 2009

This collaboration with Otto Ramstad Olive Bieringa leaves very good taste in the mouth because it has a very personal quality. Six interpreters develop everyday and move according to many different rhythms and patterns. If you usually exhibit restraint is essential to a set of ideas in a clear and orderly, often working for this work saturation. On stage shows many scenes with all the performers delivered a frenetic activity. Therefore our attention is not focused on a single phenomenon, but a combination of continuous full overlaps, crossings, plans and prospects interrupted strange. The result is a controlled chaos and musical where the interest comes from the steady pace of the proposal.

This rhythm is sustained largely by a brilliant sound space with many specific elements of music to accompany the evolution of very good dancers. The piece is a house by the sea where it hosts a group of friends. Not emerge clearly defined characters and a specific narrative, but it is easy to recognize situations mentioning for those who spend a weekend with some colleagues. These references are sufficiently abstract and readable at the same time to raise a smile.

The video is used as a staging three different projections as well as a tool for interaction choreography. Some passages suggest audiovisual games more interesting than others, but in any case there is no free use at any time and some pieces (like the start by the sea) are frankly beautiful. The theater also objects occasionally appears in a more comprehensive and interesting, especially in the magnificent scene around the kitchen table.

When leaving a work colleague I discussed the role of certain elements. Undoubtedly, in a work like this all is expendable, while everything is essential, because the raw materials of the piece is an accumulation of small details pantagruélica. This building does not have stone walls and wooden beams. Its bricks are made of air and yet it holds firmly on the ground. And to me it causes me a mixture of surprise and admiration.

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Esta colaboración de Otto Ramstad con Olive Bieringa deja muy buen sabor de boca porque tiene una cualidad muy personal. Seis intérpretes desarrollan acciones cotidianas y se mueven siguiendo multitud de ritmos y patrones diferentes. Si por lo general el comedimiento resulta indispensable para exponer un conjunto de ideas de forma clara y ordenada, a menudo esta obra funciona por saturación. Sobre el escenario se muestran muchas escenas con todos los intérpretes entregados a una actividad frenética. En consecuencia nuestra atención no se centra en un solo fenómeno, sino en un cúmulo contínuo lleno de superposiciones, cruces, planos entrecortados y perspectivas extrañas. El resultado es un caos controlado y musical donde el interés emana del ritmo constante de la propuesta.

Este ritmo se ve sostenido en gran medida por un brillante espacio sonoro con numerosos elementos de música concreta que acompañan muy bien las evoluciones de los bailarines. La pieza trata de una casa al lado del mar donde se hospeda un grupo de amigos. No surgen personajes claramente definidos ni una narrativa específica, pero se citan situaciones fáciles de reconocer para todos aquellos que hayan pasado un fin de semana con unos compañeros. Estas referencias resultan suficientemente abstractas y legibles a la vez como para suscitar una sonrisa.

El vídeo se emplea como escenografía mediante tres proyecciones diferentes y también como herramienta de interacción coreográfica. Algunos pasajes audiovisuales proponen juegos más interesantes que otros, pero en cualquier caso no hay una utilización gratuita en ningún momento y algunos fragmentos (como el del inicio al lado del mar) resultan francamente bellos.El teatro de objetos también aparece de forma ocasional en su concepción más amplia e interesante, sobre todo en la magnífica escena alrededor de la mesa de cocina.

Al salir de la obra una compañera me discutía la función de ciertos elementos. Sin duda, en una obra como ésta todo es prescindible y al mismo tiempo todo resulta indispensable, porque la materia prima de la pieza es una acumulación pantagruélica de pequeños detalles. Este edificio no tiene muros de piedra ni vigas de madera. Sus ladrillos están hechos de aire y sin embargo se sostiene con firmeza sobre el suelo. Y a mí esto me provoca una mezcla de sorpresa y admiración.